J.A.J.A.

Recuerdo cuando era un niño y un día me explicaron torturas antiguas del mundo oriental, recuerdo con exactitud que fue en unos campos que hoy se llaman Roc Blanc, era el lugar donde nos reuníamos los niños malos del barrio, una especie de Mordor terrenal, la tierra más allá del torrente.
Recuerdo cuando me explicaron la tortura de las cosquillas que consistía en hacer reír a una persona hasta matarla, algo espeluznante y cruel. Lo curioso del tema es que cuando lo explicaron no podíamos parar de reír… y eso me hizo pensar en una de las armas de mayor poder: La Risa.

Más dulce que la miel y más contagiosa que un virus, la risa tiene algo especial, algo que nos hace durante unos instantes vulnerables como niños y perder el control. Es una reacción del cuerpo que uno mismo es difícil auto practicarse  y necesitamos la ayuda de otras personas. Es una sensación que más o menos a todos nos gusta y hacemos propia, es difícil encontrar dos personas que rían del mismo modo.

La risa tiene la propiedad de mostrar la otra cara de la moneda, el llanto, ¿Cuántas veces habremos reído hasta llorar?, es curioso el poder de la risa, es capaz de arreglarte un día gris, es capaz de hacer que durante unos segundos se evadan todas las preocupaciones mentales, es un anestésico para nuestro cuerpo.

Desgraciadamente cada vez la reprimimos más y cada vez somos más esclavos de un mundo sin risas, que si malas noticias, que si el estrés o el escuatro del día día, que si Bla bla….

Alguien un día me explico que los problemas son más pequeños si te ríes de ellos, así que pienso hacerlo cada día y pienso contagiaros a todos.
Quien no me crea, que observe la cara de los niños y no tan niños esta tarde cuando vean a los reyes desfilar por las calles. 

Pobre Mona Lisa, ríete “mujer” que es gratis.